jueves, 19 de julio de 2012

Eufonía VII


Eufonía VII
Voz celestial,
 eco diáfano de perdidas riquezas,
apenas suspiro de una tarde fatigada;
navega en la marea de los vientos,
acaricia el trigal de los instantes,
fluye en libación de imagen y ritmo.

Fuente que brota en palabra prohibida,
en palabra de amor, en palabra de aliento,
en palabra de honor, en divina palabra,
                  en palabrería
en líquida palabra y palabra de amigos,
en palabras vacías y en mágica palabra…
(p a l a b r a  hecha de  p a l a b r a s).

Lenguaje de epifanía e ilusiones,
de tardes lloviendo melancolía,
de miradas esquivas por las calles ;
sollozo ahogado en la almohada del recuerdo
júbilo sonoro percibido en el corazón;
música de silencios, de agua y fuego,
de olvido a fuerza de remembranza.

Canta, pues, a tu diosa eterna,
crisol de súplicas e insomnios;
pero también canta al mar,
al desierto de la ausencia,
al lejano faro de la noche,
al cadáver con que me visto,
y a la fresca aura de los árboles;
canta al oído sordo y a la roca atenta,
al ínfimo instante y al para siempre;
 vuela en brisa de mis pensamientos
y susurra al pecho de mi amada.
Pero al fin, despoja al alma del deseo,
de la tiranía del tiempo y de la luz;
y en la póstuma hora de confesión
arrebata el aliento y la máscara,
pronuncia palabra de fuego,
palabra ritual, aciaga palabra,
palabra de adiós.

Alfonso Ponce M.

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